CUANDO LA
ADVERSIDAD TOCA TU VIDA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Cuando la adversidad toca a tu puerta
Cuando un rayo te hiere con violencia
Te preguntas con asombro, con ira y con
rabia
¿Por qué a mí? ¿Por qué me tocó? ¡Esto
no es justo!
¿Existe Dios como para que permita estas
cosas en mi vida?
¿Por qué tuve que ser yo, si yo era tan
sano, tan sana?
¡Estas cosas jamás en mi familia se han
dado!
Por qué tenía que ser yo el primero…
¿Por qué?
¡No es justo, no es justo!
¡Dios, si estás en los cielos, corrige
esto! Tiene que ser un error
¡Esto es un error! ¡No puedo estar ni
quiero estar entre los cancerosos!
Dios entonces te manda un ángel que se
materializa ante ti en la tierra
En la forma de un médico, un amigo, una
amiga, un consejero o un padre
La voz de ese ángel se deja escuchar con
toda prudencia y sabiduría,
Para decirte: ¡Cálmate amigo! No existen
los privilegios
Cuando se trata de las adversidades de
la vida
Esta vez te tocó a ti y lo debes
afrontar con valor y energía.
-¡No, es que no quiero! ¿Por qué tengo
que afrontar lo que no me gusta?
¡Yo soy sano y punto!
-No es tu decisión, el supremo Hacedor,
el Dios Padre del universo entero así lo dictaminó y aun cuando las razones
ahora no las entendemos, tendremos oportunidad en el futuro para escudriñarlas
y ponerlas a la luz macro de la razón.
-¿Pero por qué conmigo?
-Nada se da porque sí. La ley de causa y
efecto existe en la naturaleza. Y así contrajiste la enfermedad que ahora te
tiene tan abatido, sus razones habrá.
No te cuidaste como era debido, no hiciste
controles de prevención, comiste y bebiste más de la cuenta, ingeriste grasas,
químicos y alimentos procesados en exceso, de forma continua durante mucho
tiempo…
-¡Me encanta comer de esa manera! Son
mis gustos personales… ¿Qué hay con eso?
-¡Ahí tienes entonces la respuestas! No
te quejes entonces del resultado,
tu organismo te está pasando la cuenta
de cobro, debes tener la madurez y el valor para asumirlo, con todo lo que ello
implica.
-¡No es justo!
-Amigo mío, amiga mía. Nada se da porque
sí. Todo tiene su porqué. Pero tranquilízate, Dios manda la enfermedad pero
también manda el remedio. Y la mejor medicina es Dios mismo, debes creer con
toda tu alma en Él, que Dios te sanará de todas tus heridas.
-¿Y cómo es eso?
-Para empezar depón tu soberbia. Debes
ser manso y humilde de corazón, entrégate todo en sus manos, que Él te ayudará.
Empieza por pedir perdón, arrodíllate ante Él y deja que te guie mansamente, ya
verás los resultados.
11/10/2015.
Madrid (Cundinamarca) Colombia
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