LA VIRGEN MARÍA AL
PIE DE LA CRUZ
(Sociodrama)
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
NARRADOR: Aquel día de dolor y sufrimiento sin cuento tanto para los
seguidores de Jesucristo como para su angustiada madre, empezaba a terminar ya
en el ocaso. Jesucristo yacía en la cruz al límite de sus fuerzas y
capacidades, María lloraba desconsolada al pie de su hijo, junto con Juan, el
discípulo amado, con María de Cleofás. Ahí también estaba María Magdalena…
MARÍA:
¡Hijo mío, hijo mío! (Llorosa y
arrodillada ante Jesucristo quien estaba en la cruz)… ¡Cuánto sufro de
verte así, escarnecido y ensangrentado, hijo mío! Jesús, Jesús de Nazaret, que
Dios misericordioso me ayude a sobrellevar este tremendo dolor en mi alma…
JESUCRISTO: ¡Madre, madre mía! No te aflijas, estaba escrito desde muy
antiguo que así tenía que suceder para redimir las almas de todos los pecadores
del mundo. Yo soy el cordero de Dios que se sacrifica por el prójimo.
(Lo dice hablando con dolor y dificultad,
María rompe el llanto).
JESUCRISTO: (Dirigiéndose desde
la cruz nuevamente a María y después a Juan). No llores mujer, no llores,
soporta con resignación y mansedumbre. Así tenía que ser, estaba escrito y
anunciado por los profetas…
MARÍA:
¡Hijo mío, hijo mío, una madre nunca deja de sufrir por los dolores de sus
hijos!
JESUCRISTO: ¡Mujer, he ahí a tu hijo! (Señalando a Juan, quien abraza tiernamente a María). Hijo, he ahí
a tu madre (María llora en los brazos de
Juan).
(María Magdalena y María de Cleofás se
arrodillan también ante Jesús en la cruz.
MARÍA MAGDALENA: ¡Maestro, maestro! Gracias por dar tu vida -y en muerte de
cruz por todos nosotros-, los hijos de Dios.
JESUCRISTO: ¡Soy el cordero de Dios que se ofrece en sacrificio por el
bienestar y la redención de la humanidad!
MARÍA DE CLEOFÁS: ¡Señor, señor, acompáñanos con tu espíritu cada día de
nuestras vidas hasta que vengas a llevarnos contigo al paraíso!
JESUCRISTO: Así será mi buena María de Cleofás. Así será mis buenos
amigos y madre mía. Ahora debo cumplir la voluntad de mi padre, ustedes deben
marcharse, se acerca mi hora.
NARRADOR: Y el sufriente grupo de personas empezó a alejarse, María
la madre de Jesús iba siempre abrazada por Juan, el discípulo amado. Ella iba
inconsolable.
El
atardecer ya pintaba con rayos de oro la vieja ciudad de Jerusalén y unos
tintes color rojo sangre caían sobre el mártir del Gólgota. Un enjambre de golondrinas llegó entonces a
cantarle al salvador del mundo al momento de la que quizás sería su partida
definitiva. En el cielo de Jerusalén se pintaron en oro las siguientes
palabras: EL SALVADOR DEL MUNDO HA DADO SU VIDA POR NOSOTROS.
FIN
Madrid
(Cundinamarca), abril de 2016
Hermosa narración.
ResponderBorrarHermosa narración.
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