BÁRBULA
Allí
están ved en la altura
De
la elevada montaña
Sobre
las armas de España
El
sol levante fulgura…
Y
bate la brisa pura
El
regio pendón que un día
Sobre
el mundo se extendía
Siendo
el asombro y espanto
Del
agareno en Lepanto
Y
del francés en Pavía.
Allí
están… ¡Ved! -Lentamente
Van
por las faldas marchando
Tres
columnas ondulando
Cual
gigantesca serpiente;
Y
agita el ligero ambiente
Los
altivos pabellones
Que
á las hispanas legiones
Arrancaron
la victoria
Sobre
los campos de gloria
De
Angostura y los Horcones
Sube
en el oriente el sol,
Y al
alumbrar la montaña,
Los
dos ejércitos baña
Con
su postrer arrebol.
En
la cima el español,
Que
sus ventajas advierte
Tras
de sus trincheras fuerte
Espera
que el otro avance
Y
esté de su arma al alcance
Para
lanzarle la muerte.
Y
el patriota lentamente
Con
el fusil en balanza
Tranquilo,
impasible, avanza
Por
la escabrosa pendiente;
Pues
cada soldado siente
Aquel
ardor sin segundo,
Aquel
anhelo profundo
Que
en la ruda lid inflama,
Al
que su sangre derrama
Por
la libertad de un mundo.
Se
oye de pronto un rugido
Terrible,
estridente, seco,
Que
es mil veces por el eco
Del
monte repercutido;
Como
volcán encendido
El
alto cerro parece,
Y entre
el humo que oscurece
Los
resplandores del sol,
El
pabellón español
Envuelto
desaparece.
A
torrentes la metralla
Lanza
el cañón enemigo;
Los
Patriotas sin abrigo
Van
en orden de batalla;
Y
al vivo fuego que estalla
Sobre
la alta serranía,
Sin
contestar todavía,
Siguen
redoblando el paso,
Pues
si es su pertrecho escaso,
Es
mucha su bizarría.
¡Y
avanzan! Siempre adelante
Van
esas huestes tranquilas;
Si
un hueco se abre en las filas,
Hay
quien le llene al instante.
Mas
de pronto vacilante
Una
columna se para
Como
si se intimidara
Ante
el fuego aterrador
Que,
sobre ella, en su furor,
El
enemigo dispara.
El
jefe que tal advierte
Veloz
como el rayo parte,
Y el
tricolor estandarte
Empuña
con brazo fuerte;
Y a
despecho de la muerte
Que
en las filas se pasea,
Lanzándose
a la pelea
Girardot
valiente exclama
Agitando
el oriflama
Que
sobre su frente ondea:
“Permite,
Dios poderoso
Que
yo plante esta bandera
Donde
se mece altanera
La
del español odioso.
Y
yo moriré dichoso
Si
tal es tu voluntad…
¡Compañeros,
avanzad!
Nos
espera el enemigo
Venid
a buscar conmigo
La
muerte o la libertad”.
Dice,
y lleno de osadía
Hacia
las trincheras parte
Agitando
el estandarte
Que
es del ejército guía;
Todos
siguen á porfía
Tras
del audaz granadino,
Y
cual fiero torbellino
Se
lanzan a la batalla
Sin
que pueda la metralla
Tenerlos
en su camino.
Avanzan
con ira fiera
Sobre
la enemiga tropa,
Apuntan
y á quema-ropa
Dan
la descarga primera;
Saltan
sobre la trinchera,
Y
llenos todos de saña
Allí,
en confusión extraña,
Se
ven luchar pecho a pecho
Los
que invocan su derecho
Y
los que invocan a España.
El
humo de los cañones
Oscurece
el limpio cielo,
Que
ya se asemeja a un velo
De
desgarrados crespones;
Y
de las detonaciones
Al
espantoso rugido
Se
mezcla el triste gemido
Que
lanzan los moribundos,
Y
los gritos iracundos
Del
vencedor y el vencido.
Es
la victoria segura,
Pero,
¡a qué precio comprada!
Sobre
el sol de esa jornada
Se
extiende una nube oscura,
Pues
del Bárbula en la altura,
Por
traidora bala muerto,
El
jefe heroico y experto
Que
asegura la victoria
Cae
en el campo de gloria
Por
su bandera cubierto.
Bolívar,
ese coloso
Que
en la libertad se inspira,
Es
alma noble que admira
Todo
lo que es generoso,
Llora
al héroe valeroso,
Y los
hijos de Granada
Piden
la primera jornada
Para
vengar como hermanos
Con
sangre de los tiranos
Aquella
sangre adorada.
Y
Girardot fue vengado;
Tres
días después en Trincheras
Sobre
las huestes iberas
Va
D' Elhuyar denodado,
Y
cual torrente lanzado
Desde
elevada montaña,
Lleno
de ardor y de saña
Se
lanza con sus legiones
Y
recoge hecha girones
¡La
altiva insignia de España!
Autor:
Robert Mac-Douall
(colombiano)
Fuente:
Ruano, Jesús María. Resumen histórico-crítico de la literatura colombiana.
(1945), páginas: 157 y 1157. Editorial Pax. Bogotá (Colombia).
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